Relajación
y sensibilidad.
Una vez asumido que un cuerpo rígido, ir al choque u oponer fuerza a otra
fuerza no se compadece con las técnicas de Aikido, debemos aprender a
relajarnos. Si logramos cierto estado de relajación nuestros movimientos son
más rápidos y fluídos y adquirimos más sensibilidad con respecto a nuestro
atacante (uke). Este estado nos permite “sentir” al uke y saber si debemos al
realizar una técnica, dar un paso al costado (irimi) o retroceder (tenkan) y
así poder unirnos al uke y redirigirlo a nuestra conveniencia.
También al adquirir esa sensibilidad podemos controlar nuestros movimientos y
darnos cuenta a partir de que momento existe el riesgo de lastimar a nuestro
compañero de práctica, ya sea en una proyeccion o una retención. No olvidemos
que las técnicas de Aikido son sumamente peligrosas. De la misma manera cuando
somos atacantes (uke) debemos llegar a ese estado psico-físico pues la única
manera de evadirse de una técnica es percibiendo qué movimiento a de ejecutar
el atacante (nague) y así armonizar con esté en su técnica.