Ser derrotado sin sentirse vencido.
La frase parece incongruente pero no es así. Toda ves que en una práctica somos
atacantes (uke), terminamos con nuestro cuerpo en el piso. Sucede que al atacar
y no lograr el objetivo quedamos a merced de aquel a quien atacamos para que
entre en técnica. En una fracción de segundo nuestra situación cambia
totalmente, pasando de ser atacante a ser subyugado.
Por lo tanto debemos
asumir esta sitaución y salir de ella haciendo un ukemi (caida), salvando de
esta forma nuestra integridad física y así poder levantarnos para atacar
nuevamente. Esto se repite decenas de veces por cada práctica lo que hace que
lleguemos a la conclusión de que todos somos falibles, cometemos errores o
podemos perder; pero así como tantas veces caemos, otras tantas nos volvemos a
levantar.
Esta actitud asumida nos sirve para fortalecernos ante las dificultades que
la vida nos presenta cotidianamente.
A medida que el alumno incorpora los principios antes mencionados comienza a
modificar actitudes reconociendo y valorizando a sus semejantes como así mismo,
dando a cada cosa la importancia que está merece evitando conflictos
innecesarios y sobreponiéndose a aquellos que son inevitables.